lunes, 7 de enero de 2013

Cierre de mi curaduría en Ofelia

Muchos encuentros en la vida no pasan de ser fugaces, en cambio Ofelia y sus dos gerenciadores, Alejandro  Rodríguez Pinto y Pablo Rojas, fueron compañeros de sueños, remadores y atentos responsables de proyectos que fueron evolucionando a lo largo de dos años fructíferos.
Pero necesito reflexionar acerca de esta situación y compartirla con quienes frecuentan este blog.
Tanto éste como otros proyectos culturales y recreativos en Argentina, sufren de los vaivenes que padecen porque nuestro país no promueve emprendimientos culturales con algún tipo de protección, impositiva o del estilo, que haga que una iniciativa privada evolucione y sea sostenible en un tiempo razonable. Ofelia se ahoga financieramente a partir de un desmesurado reclamo de alquiler por parte de los dueños del inmueble. Y se vuelve insostenible para todos, en un año, sobre todo, a partir de la mitad de 2012, que fue muy regresivo en materia de inflación real.
Nos deja una cierta tristeza y tal vez, por qué no decirlo, impotencia, frente a lo que se puede leer como una condición del mercado inmobiliario, que da todo el poder al propietario para imponer condiciones leoninas frente al esfuerzo de muchos que intentan configurar otro aire dentro del panorama de gastronomía y arte de esta Buenos Aires, cosmopolita y fecunda en buenas ideas.
Estas son cuestiones importantes, poco lobbiadas por quienes estamos frente a estas proyecciones culturales. Hay sectores de la economía que se mueven dentro del espacio de oferta cultural, que han logrado hacer valer ciertos derechos, como empresarios teatrales o asociaciones de actores. Tenemos muchos baches legislativos para amparar este tipo de proyectos culturales híbridos y nos tomamos poco tiempo en invertir en lobbys, tal vez porque en el fondo aceptamos condiciones como parte de una  costumbre arraigada. La agenda política tampoco tiene en cuenta trabajar por estos proyectos "menores" pero es cierto que nos falta madurez para encarar aquello que consideramos valioso como una actitud de vida que mejore las condiciones en las que se mueven nuestros esfuerzos.
Más este es un comienzo de año, se estima que esperanzado como todo inicio.
Quiero agradecer especialmente a quienes estuvieron agitando la escena en nuestra compañía, usando el espacio instalado con relieve artístico y ayudando a configurar el mito de que donde pasa el arte y los actores, siempre queda un sabor delicado que transforma el aire, sea cual fuere el destino de aquella casa amistosa donde nos encontramos tantas veces.
Pasaron por esas bellas paredes artistas consagrados, históricos, emergentes, agrupados en talleres, amparados en empresas que los patrocinaron, innovadores, promotores de nuevas perspectivas para los modos instalados del pop, la performance, el arte interactivo, la fotografía, la pintura, el grabado, el arte textil, el conceptualismo, el origami y el cruce entre arte y tecnología.
Siento plenitud cuando los pienso, porque son contemporáneos. Algunos nos dejaron en 2012 para emprender otro ciclo. Muchos otros están activos haciendo cosas poderosas y valederas. Con todos ellos fue posible armar un gran ciclo de artes visuales que tenía mi impronta dentro de un espacio especial.
Estaremos cerca siempre, aunque busquemos otros escenarios para renovar ese encuentro.

martes, 1 de enero de 2013

acerca de Roberto Elía// Irma Arestizabal


Roberto Elia
Discípulo de un conceptualismo que se impone en Argentina en la década de los setenta, partiendo de la radicalidad de artistas como Víctor Grippo y pensándose a si mismo en la tradición de artistas como Marcel Duchamp y Joseph Beuys Elia mas que hacer objetos resignifica y construye elementos, "escribe discursos" encuentra coincidencias. "Tiene una predisposición a incorporar los objetos, los signos y las cosas en su polisemia latente, y a través de su nueva disposición, hacerlos manifiestos. El mundo es para el simultáneamente magia, evidencia y enigma que hacen el lazo y el laberinto de un objeto, de un continente y de una identidad hacia el otro"
Su obra va del objeto a la imagen, al signo y al texto en relaciones de reversibilidad y correspondencia. Sirviéndose siempre de materiales simples Elia puede crear una catarata de papel, darnos la sensación del movimiento de la tierra con una plomada cayendo sobre una piedra, la sensación de infinitas posibilidades de creación con una "valija de oriente" donde guarda sus instrumentos de trabajo, sus ideas y sus "disparadores" de temas.
Todos los elementos, que en cada trabajo mantienen encuentros imprevistos e inusitadas relaciones , reaparecen en forma recurrente en sus obras. Hace mucho tiempo que trabaja en forma recurrente con el broche de colgar ropa. Con su quehacer lo transforma en símbolo de la magia del arte.
Este pequeño y funcional objeto cotidiano que agarra y retiene deja de ser utilitario y pasa a representar la figura del doble, de la diferencia sexual y de lo andrógino. Roberto Elia recrea figuras en situaciones como el dialogo, el abrazo, la pareja con el hijo, el arco a punto de disparar la flecha, el cuerpo que descansa, el plumin que va a escribir, pájaro, paréntesis, personaje, letra, alfabeto. En esta muestra los broches son personajes de las cartas del tarot que en diversas combinaciones, donde el significado de cada carta varia de acuerdo al lugar que ocupa y a las cartas que la preceden y las que la siguen, nos recuerdan las ricas historias de Il Castello dei destini incrociati de Italo Calvino.

Irma Arestizabal


Próxima edición de mi colaboración: Marzoratti


Portada del libro sobre estudios psicoanalíticos


Las obras de Luis Marzoratti nunca evidencian la presencia humana, se mueven en un espacio tiempo similar al sueño, donde todo es posible. Se moldean en la calidad fotográfica de la imagen y con ello se colocan dentro de la gran corriente del hiperrealismo, cercana en muchos casos al propio surrealismo, tan afecto a dedicarle esfuerzos a la apariencia de las cosas.
Pero sin embargo, todo esto no explica correctamente su poética visual, fundada en los años ochenta que marcaron una mirada sobre lo propio, sobre el sujeto en su tiempo y lugar. Es ahí donde la obra de Marzoratti hace hincapié: la evidencia del territorio, ya sea el mar o la pampa húmeda, y la forma simbólica del ceibo, la flor nacional. Ambas, constituyen un enunciado del sujeto que se identifica con un paisaje que le pertenece y un símbolo que, tras la belleza del rojo, provee de un discurso adicional sobre las pasiones y las crisis que todo sujeto de su edad ha vivido en estas tierras. Así, en ese maravilloso ámbito construido donde aletea la arrogancia de la flor del ceibo con sus amplias gamas de rojos, se transforma en un nuevo enunciado que contiene y afirma su desafío de ser artista desde su Mar del Plata natal.

Pilar Altilio

Tres platos de postre blancos




La noche de despedida del año 2012 hicimos una cena de tres, dos hermanos y una mujer. Estos tres platos indician de un modo directo la forma y el contenido de ese plato de postre y también el usuario y su relación con la comida. Los reto a que descubran de quién es el que tiene caramelo, el que está todo manchado y el cuatro carozos alineados, entre Fernando, Diego y Pilar.