lunes, 16 de mayo de 2016

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Horacio Zabala
Develado en una retrospectiva que es una declaración de principios: La pureza está en la mezcla.
Con la curaduría de Rodrigo Alonso, esta exposición presenta una selección de trabajos desde los años 70 hasta obras realizadas especialmente para la ocasión. El catálogo bilingüe realizado en forma conjunta con el Phoenix Art Museum, incluye textos de Alonso y Vanessa Davidson -Curadora en Jefe de Arte Latinoamericano de la mencionada institución norteamericana-, donde se prepara una exhibición del artista para este año.
Hay algunos casos, como en Zabala, en los que tanto se pueden visitar sus muestras como se los puede leer. Son personas donde el sentido de ser artista no se basa en la profundidad de sus composiciones sino en el rol de intelectual latinoamericano señalando el mundo visible a través de sus propios enunciados. Por ello es inevitable transformarse en espectador activo para poder situarse frente a una obra como la que despliega Zabala que produce a su vez, textos críticos sumamente lúcidos y llenos de argumentaciones interesantes.
El valor de su formación de arquitecto tal vez se demuestre en que sus trabajos buscan materializar ideas, ponerlas en un sistema del arte donde la complejidad entre imagen, objeto y palabra producen ramificaciones basadas en una materialidad ascética y delineada sobre la base de una operación que permite tanto percibir lo que está ahí como reflexionar sobre lo que se ve. Por ello escapa de la atribución del sentido único para permitir delinear esa mezcla productiva que se alude en el título. Resignificando la frase del poeta Rafael Sánchez Ferlosio, y argumentando su posición respecto de esos dos opuestos, manifiesta en verdad que “la pureza está en la mezcla de lo real, lo simbólico y lo imaginario tanto como en las relaciones invisibles de la mirada y lo mirado, de lo sentido, lo pensado y lo dicho” declaración que puede leerse en uno de los textos.
Es interesante constatar que en todas sus correspondencias con fórmulas matemáticas o el uso de sistemas de representación como las cartografías o las hipótesis, no aparece el signo de pregunta. Se trata mejor de afirmaciones que, en todo caso ponen en suspenso – entre paréntesis-  algunos puntos para pensar o reflexionar- las comas-, pero nunca como duda sino construidos sólidamente como un edificio autosustentable.
La teórica Vanesa Davidson hace una serie de correspondencias con otros artistas regionales muy pertinentes, en relación al uso de mapas en todas las series que comienzan tempranamente y que han sido definidas por Ana Longoni como cartografías apropiadas o “contra-cartografías”, en el sentido que ponen en tensión la neutralidad y objetividad de un mapa. Dibujado o como ready made intervenido señalan una operación de lógica del poder en un contexto histórico donde la pertenencia a este continente que habitamos estaba claramente percibida.
Del mismo modo, las intervenciones sobre periódicos como “obras de obstrucción visual”, operación que también se hace visible en los mapas donde se imprime un cuadrado o rectángulo que lo ocluye, la idea es jaquear “un extracto de los medios masivos diseñado para navegar el mundo geográfica, financiera y socialmente en un objeto inerte y no funcional” como analiza Davidson en un texto imperdible publicado en el catálogo libro.
Dos artistas imprimen significados a sus obras y lo construyen como productor de sentidos. Por un lado Malevich y su capacidad de producir ese gesto radical del cuadrado negro sobre fondo negro, una alusión que señala lo impenetrable como forma de sentirse en la necesidad de desentrañar esa negrura plana pero llena de sustancia. Por otro lado Duchamp, el gran productor de sentido que influyó enormemente en el arte contemporáneo, con sus ready mades, donde el objeto banal, familiar y reconocible sirve de vehículo para abrir otros significados.
En estas dos influencias, una potenciando la búsqueda de absoluto en una superficie impenetrable, otra utilizando lo profano, trivial, sensible y evidente como punto de contacto con la cotidianeidad compartida, hacen que volvamos al título nuevamente para entender esa mezcla que puede consustanciarse en pureza. Davidson lo relaciona con un concepto del escritor norteamericano Harold Bloom quien sostiene “la angustia de las influencias” como algo inevitable en tanto somos personas que se estructuran en relaciones con las cosas en el tiempo y en el espacio.
Utilizando ciertos tipos de operaciones, contundentes como el fuego que destruye una parte en correspondencia con una obra insustituible de Freud como La interpretación de los sueños o las Ficciones de Borges como latas de aceite perfiladas como las obras completas en un estante de biblioteca, o la impecable caja de Las armas secretas de Julio Cortázar, nos permiten conocer las correspondencias literarias entre su producción y sus lecturas.
Reconciliando las dicotomías, superponiendo sentidos y otorgándole al espectador un rol activo que permite acciones y pensamientos. Como sostiene en uno de sus textos: “Contemplando, leyendo, interpretando, el sujeto viaja, porque la obra de arte es una superficie navegable y, a la vez, un instrumento de navegación”. Una experiencia recomendable para cualquiera de nosotros.

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