lunes, 21 de febrero de 2011

Dos pequeños relatos de 1990 (!)

Anoche soñé en dos oportunidades, tengo vívidas sus imágenes. En el primero subía una elevación rocosa y tenía una vista panorámica de toda la ciudad, pero había también mucha agua. Cuando decidí bajar, encontré que era una enorme roca y una pendiente plana hacia abajo con apenas una saliente en la izquierda. Me parecía que me animaría a bajar, pero al cabo de imaginar el cómo,  recordaba que tenía la mano enyesada y desistía para bajar por donde había subido. Pero escuchaba voces que argumentaban acerca de cómo bajar y no perder esta oportunidad. En eso unos niños se animaban delante de mí y me hacían ver que después de esa sensación de abismo y falta de apoyo, apenas uno ponía el pié en esa pequeña y vacilante piedra se aparecía el verdadero camino que no era posible ver sin dar ese primer paso.

En el segundo sueño, había un clima de mudanza. Se encontraban, como en toda mudanza, un grupo de objetos diversos que habían quedado abandonados. Unas copas recuerdo que había, también unos platos. Lo cierto es que había un hombre conocido por mí,  quien ordenaba qué podía llevarme y qué no, entonces yo escribía una palabra en una mesa sucia, este hombre me pedía que ampliara esa frase y yo procedía a completarla en ambos sentidos,  precediendo y al final de la palabra, con el dedo. Ahí veía que la pregunta tenía que ver con  el amor de mi vida. Que supuestamente, ese hombre me daría la respuesta. Pero no la recuerdo: ni la pregunta, ni la respuesta.

9 de julio de 1999

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