viernes, 25 de mayo de 2012

FNA con amigos


Pablo Menicucci inauguraba y compartíamos sala y algarabía con Grata Taquini y Tulio de Sagastizábal, por aquel entonces, uno de los directores de artes plásticas.
El texto, Pop Glamoroso, tiene algunos párrafos que compartiré con ustedes.


En 1967 Menicucci alcanza la madurez como artista. Había terminado la escuela de Artes Visuales el año anterior con la más alta calificación. Fue invitado, junto a otros marplatenses compañeros de camada, a exponer en la Galería Lirolay en Buenos Aires.
Por entonces, le prestan el subsuelo de la calle Rivadavia de la primera Galería del Mar, mítico reducto marplatense donde, en una época de oro en ventas de obra de arte, tomaba artistas más vanguardistas. Pablo propuso y pergeñó el primer happening realizado en la ciudad. Habían puesto frutas, juguetes, verduras y baldes de colores para que la gente pudiera consumir o usar. Mientras en una pasarela algunos amigos de Pablo se paraban por momentos, glamorosos y jóvenes divos, se pasaba música en un ambiente distendido. Pero la concurrencia allí reunida usó el espacio y la disponibilidad de un modo no previsto. Comenzaron a jugar con la comida y la pintura. La galería se transformó en una fiesta de corridas confusas. Entre los presentes, dos jefes militares de la más alta jerarquía, de la Base Naval y de Infantería reciben un baldazo de témpera naranja. Esto produce una citación al día siguiente a la policía. Y como era antes de la dictadura, sólo les preguntan: qué quisieron hacer muchachos?. Como había sido primera plana de los diarios locales, Pablo y sus compañeros se vieron obligados a hacer pública una disculpa.
Así se entera Jorge Romero Brest, quien veraneaba en la ciudad. Deja en la galería su tarjeta y los cita en su carpa del Yatching Club. Romero Brest los interroga para que definan algunos conceptos. Enseguida los invita al prestigioso Premio Ver y Estimar de la Fundación que él dirigía. La obra que Pablo presenta es bellísima y contiene la idea del objeto, de construcción tridimensional, como un escaparate. La obra impacta pero no recibe méritos especiales. Decide presentarse en el Premio Braque que se hace ese mismo año. Trabaja Hola Sophia! en homenaje a su diva preferida, aquella que su madre, italiana del sur como la Loren, le había enseñado a amar.
En un piso que había alquilado con unos amigos Pablo termina sus paralelepípedos, el ojo, la boca, las margaritas en quince días. Lo envuelven bien y junto a Mercedes Esteves toman un tren a Buenos Aires. Llegan temprano y lo instalan en un ángulo del tercer piso del Centro Cultural San Martín, por entonces sede del Museo de Arte Moderno. La obra impacta por su propia presencia, tiene una factura exquisita, ya venían viendo obra interesante de él. Gana el premio para menores de 35 años, a los 33 años, -“ya de grande ..”como él suele decir-, y viaja a París. Por más de un año reside allí. Los sucesos de Mayo del 68 lo sorprenden casi recién llegado, comprueba entonces el valor de las ideas, la defensa y compromiso que manifiestan los jóvenes. 

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