En breve, en virtud del fallecimiento de Pablo, voy a publicar una semblanza amplia y profusa sobre mi consideración como investigadora y amiga, acerca de lo que fue su aporte al arte argentino.
Al principio, esta situación de su ausencia, me produjo un impacto profundo en mi sensibilidad, pues era un amigo y no menor, alguien con quien deseé y forjé, una serie de proyectos que me hicieron mejor persona. Pero los valores que muchos otros le reconocen, la ubicación de mi persona como alguien capaz de hablar sobre su proyecto artístico y, escuchar de Graciela Taquini, quien en la inauguración me designó como su alteridad (Grata siempre es aguda y buena observadora), me hacen imprescindible conformar un dossier de su proyecto dentro de una ciudad en la que he trabajado y sufrido sus restricciones como Mar del Plata, un territorio que Pablo eligió toda su vida.
La ausencia me acecha en forma concreta o potencial de un modo especial en estos tiempos, es crucial vivenciar la vida para mí. Esto significa hacer vivir aquello que puede ser vivible aún en la ausencia de quien uno desea abrazar y besar con el mismo amor de siempre. Acordar que lo que amamos se fue es también un eje de aceptar la brecha de que hay algo que podemos hacer con la vida y en la vida.
Espero que puedan leerlo en breve.
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